Mi amor vale lo que vale
tu sonrisa.
Un gorrión desmiga con su pico
cada día el dolor del hígado
y la morfina hace que
cada mañana
llame a gritos a miles de
gorriones volados de tus manos.
"Que ojalá me coman entero".
Un cuervo sobrevuela encadenado
a tu flagrante figura de sultán sin castillo,
y el eco se viste de sus graznidos
que no entienden de lámparas sin genio
ni deseos,
que no entienden de piernas rotas.
"Qué ojalá me quiera tanto como el veneno a la manzana".
Un zorro espera sumiso
a que la mecha se consuma
y entierra la cabeza en tu madriguera
buscando el olor del final del cuento.
Y sueña.
"Que ojalá no explote nunca".
Y el gorrión picotea al cuervo
y el cuervo ensordece al zorro
y el zorro muerde la dinastía
y Salomón dejara de llamar a su primogénito como él.
En Granada lloran dudas
y entre nosotros las manos unen
etnias en tiempos de rabia.
Un año es un suspiro...
"Que ojalá respire siempre en mi mejilla".