domingo, 21 de diciembre de 2014

En primera persona.

La gota de rocío resbalando por mi boca;
podando, cada cuatro estaciones
las partes,
que nos han destrozado;
creciendo en todas las direcciones,
duro, duro como una roca.

No se si es mi olor o el vuestro,
pero me encanta estar aquí plantado 
y no sentirme de vuestro grupo.

Y será por las flores y los insectos que he tenido pegados en mi cuerpo,
y por ser, que sean y serán, 
que con el día a día les he visto llegar,
besar,
querer,
follar,
y marchar (y marchitar).

Puede que sea primavera, verano, otoño o tu inverno,
puede que con mis labios haya abierto las puertas de tu infierno,
o puedo haber regalado los meses más cálidos a tu cuerpo.

He de confesar que las espinas no crecen solo por fuera,
también por dentro, 
pero solo las sientes cuando alguien las aprieta con fuerza.
Y en esos momentos pienso.

"Otro corazón que muerdo,
mastico
y escupo.

Y en el suelo,
entre sus trozos,
veo trazos del mío."

Pero eso es lo que pasa con las rosas,
que quererlas duele,
y abrazarlas, más.

Hay un cuchillo de doble filo con ganas de podar(me),
es como unos labios que sangran de las ganas de besarnos.

No me juraría amor eterno ni a mí mismo;
acabaría dejándome por alguien
que no merece la pena.
Tampoco me declararía la guerra, 
pues siempre he sido de acostarme el enemigo.
Y ganar.


Y el día que te corten todos los tallos,
el día que se te caigan los pétalos,
el día que no te huelas ni las ganas,
ese día, ya si quieres,
me llamas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario