viernes, 21 de diciembre de 2018

A medias y alucinógenas

Me consagro, a ti y a tu presencia,
a tu cuerpo culpable y al mío rendido.
Atado por siempre, para siempre,
me corto la mano y te la regalo.
Tú decides si poner anillos o cortar los dedos.

Quién es la estrella aquí
si mi vista está nublada
y no distingo las cortezas de los árboles
ni las gotas de la lluvia.
Que no veo por la niebla que sale
con cada bocanada de vida que me robas.

Hay un cuadro hecho de estaño
con la cara de una virgen y su niño talladas en madera
y te observan quitarte la camisa
contando cada botón como si fuera a estallar una guerra.

Qué miedo tengo cuando nos quedamos solos,
como un ratón y una serpiente
jugando a las casitas en tu urna de cristal
mientras cada expectador se masturba viendo el "duelo".

Me vas a matar, si ya lo sé...

Date prisa, por favor, y saca al demonio
o termina de meterlo
que para mi tu saliva es agua bendita
y me arde la entrepierna solo de pensarlo
soy un masoquista al que una vez poseíste
que todavía sigue atado a la cama.

Que tus dedos son navajas
y te pido que acaricies mis cosatado
que todavía me queda sangre por perder si es por ti.

Quiero que seas mi brújula,
no para enseñarme el camino,
sino para imantarme con tu cuerpo
y abrirme como las amapolas,
a medias y alucinógenas,
para olerte cada segundo, en cada momento,
aunque reniegue.

Antes de tus cadenas perpetuas
prefiero arder en el infierno,
eso sí, que estés al final del corredor
para cerrar de la misma forma lo que un día empezaste,
mirandome a los ojos.

Me vas a matar, si ya lo sé.

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