lunes, 28 de noviembre de 2016

El amor nació en junio.

“Aceptamos el amor
que creemos merecer”.
Stephen Chbosky
El amor es géminis
y su hermano mellizo
un hijo de puta
que te puede hacer caer
mientras que el primero 
esparce tus cenizas 
en todos los lugares 
donde follaste
antes de morir.
Tengo un fénix merodeando
dentro de mis pantalones,
esperando a perecer 

cada vez que me los bajo
y desnudo mi alma
cuando me miras de esa forma 

que tanto me gusta.

Es verdad, a veces como de tu mano
y da gracias a que ya no me queden dientes
por mi mala costumbre
de ir besando las piedras del suelo
por donde pisas.

Que si no te mordía
para que me doliera más a mi
y saber que sigo estando vivo.

Te tengo tan idealizado que te vería perfecto
hasta rompiéndome el corazón.
¡Ay de mí!
Cualquiera que se precie se iría cagando hostias,
tan grandes y tan sonoras,
como mis pulsaciones cada vez que me robas un orgasmo.

Lo hago todo difícil
y tú
eres mi última oportunidad
para creer en la risa de un niño
que se cree que vuela
porque su padre
le está lanzando por los aires,
como tú conmigo ahora.
Ojalá una máquina del tiempo
me diga en este segundo
que merezco la pena
como persona

en el año uno

después del fin del mundo.

Soy un egoísta que se muere por tener
cada centímetro de piel que te duele
porque un día no supieron hacerte cosquillas
como yo.
En estos versos están los miembros
de un cuerpo descuartizado
y te ha tocado crear todas las partes
que me faltan con recuerdos de los dos.

Prométeme que serás feliz
aunque nunca prometas nada,
nos parecemos demasiado en eso,
pero creo que el dolor y el amor
son hermanos
y nacieron en junio,
ese mes en el que mi niño interior
volvió
para 

       caer
               en 
                    tus 
                          labios.