viernes, 5 de abril de 2019

La onda de la gota de agua en medio de la tormenta.

Corre, Tiempo, imparable,
oculto en el rostro del viejo,
naufragio cosmopolita, sin segundos,
despreciado y desprestigiado,
el anzuelo con el que penetra
esta noche te ha escogido a ti
para que seas su pesadilla.

Sentado, en el trono, se esconden dos coronas
y tú, entre las arenas.
Ni es violento ni el humo lo vió venir,
ni descuartizado soy capaz de tragármelo
si no me ha comido ya.

Ni salva, viejo, ni tiene porqué
y en un pestañeo te viola
y después pregunta.

Porque él es letal soldado de día,
alma de tarde
y senil nocturno lamento
que mañana ya será neonato,
con el mundo a sus huellas
y lo que para ti es una vida
para la humanidad siempre fue
como el hambre en la infancia,
como si nada.

Y es que tú me creas, tú me crías,
tú me cuentas cada minuto que me restas
y me miras, sobretodo me miras.
Mírame.
Y a cambio te entrego el pánico y la últltima escena
de la mejor obra maestra que de todas tus vidas.
Tú llevándome.