miércoles, 29 de abril de 2015

Arder (16/8/14)

Me arden los dedos de querer tocarte
y me escuecen los ojos
de no poder mirarte.
Me queman los labios si no puedo saborearte.

Me encuentran las noches perdidas en camas ajenas,
el ser objeto y objetivo en todo lo que hacías.
Arder en llamas cuando tu boca me decía

"Eres mi punto débil",
huyendo de la luz del día.

Me arden las ganas de querer empotrarte,
me escuecen las lunas que salen a observarte
y me queman los nervios,
de no poder arrimarme.

Me caigo de bruces de solo pensar en follarte,
me caigo hacia el cielo
y del cielo,
al velo de tu paladar.

Me gritan las voces incoherencias en los oídos,
me dicen 
"Iluso, ¿para qué perder el tiempo?".

Me arde la impaciencia de querer largarme.
Me arden los frenos que me llevan a quedarme.
Me arden los vicios cada vez que los llamo.
Arder en llamas
o en la cama,
pero arder al fin y al cabo.


jueves, 23 de abril de 2015

Tener té.

Recuerdo esos momentos
calentando algo más que dos tazas de agua,
nunca llegaba a hervir porque nos podían las ganas
y aun así nos quemábamos la lengua
y los labios.

Eso de reposar cuatro minutos
nos mataba y desesperaba
a partes iguales.

Lo hacía especial,
hacíamos de ello algo nuestro,
sin importar el sabor
o lo dulce que lo queríamos.

Bebíamos té como si no hubiera mañana,
cada uno con su vaso
pero sintiendo el mismo beso en cada trago
y entre tragos y besos,
nos mirábamos.

Por no dejar nada de ti, no dejaba posos,
eran míos en esos momentos.
Y a ti, a ti te encantaba dejarlo todo limpio.

Aunque a veces se quedara frío.
Aunque a veces bebiéramos rápido
para nosotros siempre era muy lento.

Pero como todo,
el té también se acaba
y ahora que lo pienso,
se me daba fatal hacer té,
pero joder,
qué bien se me daba follarte.


martes, 21 de abril de 2015

El rey de Roma

Ahí estaba él,
sobrevolaba nubes y estrellas,
pues allí, tan alto,
nunca chocaría con nada.

Le vi pintando su capa a rayas y poniéndose coronas de laurel,
ahora lo entendía,
ahora lo sé,
la sensación de estar estar entre la espada y la pared.

¿Pero quién le dijo al Rey que por las noches ya no hacía frío?

Y Esparta, impaciente, abrió la caja de los deseos,
quemó tierras y ansias relamiéndose los dedos

Y una vez caído el rey de Roma,
no quedaban ni capas ni coronas,
y Esparta temerosa
huyó de la zona.

¿Y quién le dijo al rey que su vida se había acabado?
¿Y qué le hizo Esparta
para que gritase todo lo que se había callado?

La fiera se había desatado,
el rey dejo sus estrellas
y empezó a coleccionar corazones estrellados.

Y vivió cien cuentos y cien finales felices
esperando ese momento,
mientras Esparta, sigilosa,
siempre en guerra,
siempre alta,
siempre igual,
miraba a su rey con orgullo.

Ya no hay capas ni coronas,
solo metas para el rey,
y Esparta, que le conocía, lo sabía,
iba a alcanzarlas todas.


lunes, 13 de abril de 2015

Anatomía.

Te invito a pasar el día en mi cabeza,
no hay mapas ni consejos,
solo tengo la certeza de sentir tus dedos en mi pelo.

Continua descosiéndome los párpados,
mira dentro de mis ojos y dime qué ves,
deslízate hasta la punta de mi nariz
y te acunaré en mis labios
para poder saborearte al dormir.

Te enseñaré las cargas
que han llevado mis hombros en cada viaje
y te regalaré las flores que crecen por mis brazos,
son tuyas,
pero no lo olvides,
están encarnadas
y no hay nada que puedas hacer por arrancarlas.

Quiero olvidar todas las huellas
de las manos que me han tocado,
memorizando el roce de tus labios.

Toca cada letra de mi espalda cuando esté preparado,
arrópate con esas alas toda la noche
y bebe, bebe de cada frase,
hasta que sacies las ganas de tenerme enganchado.

Mi ombligo es el precipicio,
donde puedes hacer caída libre,
sin más cuerda que mis manos aferrándose a tu pecho.
Por debajo de este,
se me había olvidado que el amor con sexo existe
y que lo tengo en la punta de la lengua.

Anuda mis piernas con las tuyas,
así ya no podré escapar ni de mi propio cuerpo,
donde estás tú, cual turista,
conociendo cada recoveco.

Pisa en cada paso que doy
y pasa por donde piso,
hazte astronauta
y deja tus pies clavados en la arena
junto a los míos,
esperemos a que nos lleve la marea de día,
mientras te invito a descubrir mi anatomía.



domingo, 5 de abril de 2015

Los amantes del círculo polar

"Nunca he sentido el sexo como en aquella época, 
que tú y yo lo disfrutamos juntos,
en casa,
en secreto,
y nunca he tenido el corazón tan rojo".


Qué raro y qué extraño,
sentirte tan cerca, estando tan lejos.

Que algo mío te perteneciera,
sin haber firmado un pacto de sentimientos
y dudar, dudar hasta el infinito,
de si ese algo, alguna vez,
tuvo mi nombre,
o directamente tenía el tuyo escrito.

Hay mundos de distancia entre nuestras bocas
y océanos y mares, entre nuestras manos.
Ser así por tu culpa me hizo bien
y conocernos nunca me supo mejor.

Es la incertidumbre quien me llama la atención,
que cada día, cuando el Sol se esconde
pero no anochece,
sé que es porque tus ojos,
aun tienen la vista puesta en mi,
en mis pasos y su dirección.

Y las horas pasan
y con ellas los días,
las bocas,
las camas,
el sexo y los despertares.

Y en cada beso que damos,
dejamos la esencia
de lo que un día forjamos.

Puedo ver en mis pupilas el reflejo de las tuyas apagándose,
terminando una historia inacabable,
llena de líneas de tiza,
de encuentros furtivos,
de gritos al aire,
del aire del ártico,
del ático de mi corazón,
donde siempre estará escrito tu nombre.