viernes, 10 de febrero de 2017

Revolución

Dicen que existe
una nota musical
tan recelosa de si misma
que no se deja tocar por nadie.

Un puñado de voces
que cantan a través de sus nudillos
pintados de esperanza
y vestidos de blanco,
reclamando en el nombre de la paz
lo que un día enterraron bajo sus pies.

Mientras tanto busco un argumento
que defienda al hecho
de que haya infinitas formas
de morir, es decir,
una por cada bala
o cuchilla

y solo una de llegar al mundo. Nacer


Tampoco entiendo el porqué
no me duele cuando me engañas
fotografiando un atardecer al azar
y dejas que el arte
se corra por tus venas.

Necesito que alguien me explique
por qué me he vuelto a pasar la métrica
por el forro de los huevos
o la razón de que una sonrisa tuya
haga que mi riesgo de pobreza
madure hasta convertirse
en la puta fruta más cotizada del mes de agosto.

Y me aterra que la locura
se infiltre en nuestros tuétanos
que la guerra gane al sexo
y que el sexo se seque
junto con los ríos que nos fluyen
cada vez que hacemos el animal.
que el hambre se extinga por inanición,
que no pueda darte la mano
por la calle el día de mañana,

(que nadie pueda darse la mano 
por la calle el día de mañana),
que se apague la música,
el brillo de tus ojos
o la vida
y que triunfe la bolsa de una puta vez.

Pero también dicen que existe
un grito de guerra
capaz de acojonar a todos los problemas
que se atrevan a jodernos.


Y no dudaré 
si me tengo que romper la garganta gritando
que te quiero
aunque eso signifique
apagar mi música,
que se deje de correr mi arte
y callar para siempre
el día en que la guerra gane al amor.