domingo, 5 de abril de 2015

Los amantes del círculo polar

"Nunca he sentido el sexo como en aquella época, 
que tú y yo lo disfrutamos juntos,
en casa,
en secreto,
y nunca he tenido el corazón tan rojo".


Qué raro y qué extraño,
sentirte tan cerca, estando tan lejos.

Que algo mío te perteneciera,
sin haber firmado un pacto de sentimientos
y dudar, dudar hasta el infinito,
de si ese algo, alguna vez,
tuvo mi nombre,
o directamente tenía el tuyo escrito.

Hay mundos de distancia entre nuestras bocas
y océanos y mares, entre nuestras manos.
Ser así por tu culpa me hizo bien
y conocernos nunca me supo mejor.

Es la incertidumbre quien me llama la atención,
que cada día, cuando el Sol se esconde
pero no anochece,
sé que es porque tus ojos,
aun tienen la vista puesta en mi,
en mis pasos y su dirección.

Y las horas pasan
y con ellas los días,
las bocas,
las camas,
el sexo y los despertares.

Y en cada beso que damos,
dejamos la esencia
de lo que un día forjamos.

Puedo ver en mis pupilas el reflejo de las tuyas apagándose,
terminando una historia inacabable,
llena de líneas de tiza,
de encuentros furtivos,
de gritos al aire,
del aire del ártico,
del ático de mi corazón,
donde siempre estará escrito tu nombre.


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