sábado, 16 de mayo de 2015

Expiación (De bragas y braguetas).

Me perdono,
me perdono por todo el daño que nos hice,
me perdono por romperte el corazón
cuando solo eras una niña
y no entendías el significado de la palabra amor.

Me perdono por engatusarte,
regalarte pensamientos de promesas
de la Luna y el paraíso anclados a mis manos.

Me perdono por concederte un afecto
aun cuando no sabías manejarlo,
por llamarte gilipollas
y por haberte engañado con quien menos debía.

Me perdono por todas las parejas
que conocieron su final en el instante en que aparecí.
Me perdono por haberte dedicado
mi mejor sonrisa
y a tu respectivo,
mis mejores orgasmos.

Me perdono por haberme insinuado al sexo a cambio de tus detalles
y después,
dejarte con la miel en los labios.

Me perdono por criticar con la misma saña
con la que te arañaba la espalda,
a pelo, sin aportar juicios de valor,
mientras que al mismo tiempo
robaba todos los besos que podía y su calor.

Me perdono por darte esperanzas,
por hacerte única en mitad de la nada
y seguidamente planear mi siguiente jugada.

Me perdono por cinco noches de polvos seguidos
sin descanso, sin pensarlo,
sin el mismo y con todos distintos.

Me perdono por corrernos y no llamarte al día siguiente,
estaba tan ocupado durmiendo en otra cama
que no cabías en mis sueños.

Me perdono por las veces que mi lengua fue un cuchillo
y no dejé títere con cabeza,
ni titiritero.

Me perdono por clavar mis ojos en los tuyos de esa forma que tú sabes.
hincar mis dientes en tu cuello,
mis zarpas en tu corazón
y mi polla en todos los huecos que recuerdo.

Me perdono por destrozar las cosas solo por
que podía,
porque mi polla conoció dos salivas en el mismo día.

Me perdono por tener pensamientos impuros con quien no debía,
y hacerlos realidad.

Me perdono por robar,
mentir,
romper
y ganar.
Me perdono porque te conocí,
a tu sexo y a ti
y no hay mayor castigo que ese.


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