domingo, 3 de mayo de 2015

La leona.

Mezcla de sangre perfecta en tus venas,
magia,
pasión,
estrellas fugaces en tu pecho,
el mismo que hacía girar las cabezas de ambos sexos.

Cuántas veces te has caído de bruces a lo largo del tiempo,
cuántas veces has gritado

"¿Qué he hecho yo para merecer esto?"
Cuántas veces te has vuelto salvaje como la naturaleza,
me pregunto si alguna vez dejaste de serlo...

Eres más imparable que el paso de los años,
creadora de tus propias oportunidades
y de las nuestras.
Campeona en escalar montañas 
tan solo con tus manos.

Merecedora de todos los premios no reconocidos,
merecedora de todos los sueños que no se te han cumplido.
Merecedora.
Merecedora de todo y de más.

Castigada sin motivo 
y relegada a la merced del viento.
Triunfadora ante todos y todo,
aun cuando no te creyeron.

Reina de tu casa,
Emperatriz de mis deseos,
Llevas la corona de todas las mujeres a las que nunca aplaudieron.

Podrías haber sido la estrella más brillante del universo,
el volcán en erupción más hermoso.
Arrasando,
hipnotizando,
besando y devorando la tierra a tus pasos.
Podrías haber tenido el mundo en tus labios.

Pero te conformaste con ser (además) nuestra madre,
la estrella más brillante de todo MI universo.

Esta verdad es tan grande como que la poesía,
se escribe con el pecho abierto,
más abierto que las piernas de una madre dando a luz.
Esa.
Esa eres tú.


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