martes, 13 de octubre de 2015

Del otoño y sus mierdas.

"Porque Roma, en ruinas, sigue siendo bonita".
Ana Barrero


Sé que no eres tú quien me abraza,
estoy ciego de mi,
pero reconozco el olor del otoño a kilómetros de tristeza.
Ha llegado para quedarse,
relamiéndose,
disfrutándolo,
sufriéndose,
hiperventilando.

Ya iba siendo hora de deshacerse,
deshacerse de las hojas viejas y las horas de más,
cariño, llega el frío y tus pétalos no lo van a soportar,
lo sé porque me estoy congelando.

Perdona si no puedo dejar de apretar el puño contigo dentro,
ya no sé si esta sangre es mía o es tuya,
soy adicto a las espinas, qué puedo decir.

Este otoño es un cabrón insaciable,
tiene más dudas que miedos 
y todavía se atribuye el ponerle título a tus sollozos.
Me dice que te deje ya, que esto no iba a ninguna parte,
que no me preocupe, que soplará fuerte y no te dejará caer.
Qué listo, te quiere para él.
No le juzgo.

La mano sigue sangrando,
mientras,
yo voy a vestirme con las costuras
de todas las heridas que un día no cerré.

De acuerdo, me dejo besar por su tierra húmeda, 
era algo que se veía venir,
como nuestro primer beso.
Me declaro culpable del invierno que me espera en el pecho,
estoy a punto de abrir la mano y todavía quiero correrme dentro de ti.

Joder, qué bonitos ojos tienes otoño,
qué bien se te da destrozar todos los castillos de aire que levanto a base de sus gemidos,
qué bien me conoces y qué poco me cuidas.

Admito la derrota y salgo ganando
cambio sus risas por tu susurro,
sus piernas por tus ramas,
sus manos por tu musgo,
su saliva por tu humedad,
su corazón por tus flores marchitas,
su culo por mi mano izquierda,
y su cara por nada del mundo.


Abriría la mano para dejarte caer y dejar de sangrar,
verte marchar sin mirar atrás,
renacer
rehacer
volar,


pero ya no estás.






No hay comentarios:

Publicar un comentario