viernes, 16 de marzo de 2018

Paraísos mentales.

"Par ces deux grands yeux noirs, soupiraux de ton âme...".
Sed non satiata.
Charles Baudelaire.

Haré lo imposible por ti
antes de que pasemos a mejor vida,
porque perderse en uno mismo
se me da de puta madre.

Hay un bosque en llamas en mi cabeza,
en la ciudad están lloviendo cristales
y la playa se queja de que le falta sal.

Veo nubes negras bajo el techo de esta sala,
en este rincón haré cenizas de mi carne
en este otro haré polvo de mis huesos
y en este suelo haré el amor con mi alma.

Desde esta posición observo un estanque.
Ni peces, ni patos, ni infantes que juegan.
Si nadas en su endereza te ahogas,
si te hundes por debajo de la tierra,
respiras.

Esto no es un canto del cisne cualquiera,
ni yo soy Pestalozzi,
y más que un canto
es un graznido de guerra.

Más que un graznido
es un silencio ensordecedor.

Me siento en esta catapulta
como la realiza en un trono,
como el ácido en el torrente sanguíneo,
como la danza en el escenario
y penso
ojalá me rompa las rodillas en mil flores
y que se hagan ramos con ellas
para que nunca mueran solas.

No sé cuánta verdad cabe en un abrazo
pero sí cuánta mentira cabe en una boca.

Más que un canto es una exhalación después de un rugido.

Y lo que queda,
lo que se aprecia vagamente
de mi vientre muerto,
de mis ojos inmutables
es el recuerdo
de cuando éramos jóvenes y valientes
y no temíamos a nadar, hundirnos 
y ahogarnos.



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