miércoles, 18 de marzo de 2015

Laberinto.

No sé quién lo hizo,
ni por qué está ahí,
no sé si fueron sus bocas
o si salió de mí.
No sé por que me encuentro tan perdido dentro de mi propio laberinto.

¿Quién tuvo la culpa?
¿Quién regó las rosas que cubren sus paredes?
Paredes tan fuertes,
como los lazos que me unen a mis amigos
y caminos tan largos,
como llevar a un primer amor al olvido.

Oigo el tic tac de un reloj allí dentro
y me pregunto si alguna vez se acabará nuestro tiempo.

En este laberinto pasas de ser dueño y señor a convertirte en un esclavo
de un corazón,
que ha sido herido.

Me encuentro caras conocidas que me dan la mano para buscar la salida,
sin saber que son las mismas que una vez me arrastraron hasta elcentro.

Caras y manos que se fían de que estaré mañana.
Y otras manos, que sin tocarme,
señalan la vía de escape (ser feliz).
¿Pero quién quiere escapar de su propio laberinto?
No, no estoy perdido, ya no,
es más, no estoy con vosotros,
sois vosotros los que estáis perdidos conmigo.
Caras y manos que se creen que mañana estaré aquí.

Caras y manos,
y manos y bocas
y bocas y ojos
y ojos, ojos que ya no me dicen nada,
creo que tienen las pupilas rotas.

Me voy ya del laberinto, lanzando besos
de cinismo y apatía,
pero siempre, siempre con una sonrisa,
sin que toquen mis pies el suelo,
y un día os daréis cuenta de que me habré ido
y no existan las huellas que delaten mi camino.

Hubiéramos tenido tres tronos para sentirnos como reyes,
el tuyo,
el mío
y el de nuestro futuro.

Ahora os toca a vosotros,
disfrutad del laberinto.




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