martes, 15 de marzo de 2016

Todos los dogmas que no te prometí

Nos hemos hecho fuertes
a base de morder la grava
de nuestro órgano central
(ligeramente ladeado a la izquierda,
siempre a la izquierda).

No entendimos que la soledad,
no es más que aprender
a vivir sin la necesidad,
salvo de uno mismo.

Perdonar nuestros errores
como nosotros perdonamos
a nuestro órgano central
(ligeramente ladeado a la izquierda,
siempre a la izquierda, por supuesto)
y seguir orando por su paz
después de cada orgasmo sin mi.

Tocamos cada alma
como si se tratara
de un charco de agua,
nos gusta mojarnos
pero nos quedamos con los pies fríos.

No, yo ya estoy excomulgado
de todos sus dogmas
y tú, que no practicas su fe,
sigues pendiente de su oración.

No quiero ser tu mesías,
ni tu profeta,
ni tu culto,
pero reclamo tus pecados
como el que reclama el perdón
antes de morir.

Porque morir no me aterra,
he muerto tantas veces
que la reencarnación es un juego de niños,
pero si vas a rezar conmigo
pido que estemos desnudos
y sin aliento.

Sé que nunca (te) tendré
la devoción oculta que le prometes,
ni tú, la mía,
pero yo estoy aquí y no tengo miedo
porque tu vas conmigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario